El Puente del Gran Capitán es una de las obras de ingeniería civil más representativas de Loja, construida a principios del siglo XVI con el objetivo de conectar la ciudad con el barrio de San Francisco, salvando el cauce del río Genil. Su construcción se inició en 1490 en madera, una solución que respondía tanto a la urgencia de finalizar rápidamente el proyecto como al menor coste de los materiales. Sin embargo, esta primera estructura de madera resultó frágil ante las frecuentes crecidas del río, lo que provocó que sus cimientos se fueran deteriorando progresivamente con el tiempo.
En 1784, el puente quedó en ruinas al derrumbarse dos de los cuatro arcos que lo componían, lo que obligó a su reconstrucción. Las obras de reedificación se iniciaron en 1791 y transformaron completamente la estructura original, dando lugar a la configuración actual que conocemos hoy.
El puente primitivo, de perfil rampante, era tan emblemático que aparece representado en el escudo heráldico de Loja, constituyendo un símbolo de identidad de la ciudad. Tras su última reconstrucción a finales del siglo XVIII, el puente ha demostrado una notable fortaleza, resistiendo durante más de dos siglos las numerosas riadas posteriores, el tránsito de carretas y carretones en tiempos pasados, y la circulación de vehículos en la época contemporánea.
En la actualidad, el entorno del Puente del Gran Capitán está siendo objeto de una gran transformación urbana y natural dentro del ambicioso proyecto Paseo del Genil, que tiene como objetivo la renaturalización del río a su paso por Loja. Esta iniciativa contempla la adecuación de la plataforma anexa al puente —creada hace años para construir un cuarto ojo durante las obras de encauzamiento— que se convertirá en una zona verde de uso público integrada en el nuevo parque fluvial.
Acceso libre y gratuito. Desde el puente se obtienen excelentes vistas del río Genil y los Infiernos de Loja. El mirador arqueológico de la Alcazaba, a su vez, ofrece una perspectiva privilegiada del puente.
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