
El Castillo de Dedil se alzaba a mil metros de altitud en las laderas de Sierra Gorda, dominando los accesos meridionales a Alhama de Granada y las tierras del ‘campo de Dona’. Esta torre de alquería nazarí de los siglos XIV-XV aprovechaba las formaciones rocosas de la sierra para vigilar el corredor de Zafarraya y controlar las rutas que unían el interior granadino con la costa malagueña.
Tras la conquista cristiana de 1482, la torre cambió de manos cuando en 1495 los Reyes Católicos la concedieron a Fernando Pérez del Pulgar ‘el de las hazañas’, junto con 40 yugadas de tierra como recompensa por sus servicios durante la Guerra de Granada. Posteriormente, según el testamento del caballero de 1531, la propiedad pasó al Conde de Tendilla, integrándose en los dominios nobiliarios que reorganizaron el territorio.
En la actualidad apenas quedan restos visibles entre la vegetación que ha colonizado sus piedras, accesibles solo por senderos desde el caserío de Pilas de Dedil. Esparcidos por el cerro pueden verse los mampuestos caídos por las laderas, y material de relleno en su cumbre. Pueden encontrarse también restos de cerámica altomedieval.
Desde la pedanía de Pilas de Dedil, a 11 kilómetros de Alhama de Granada, parte una pista rural que conduce hasta el Cortijo del Castillejo, donde se encuentran los restos del castillo sobre un cerro. El acceso final se ubica en el interior de una finca particular.