
En agosto de 2004, Antonio Jiménez, trabajador municipal, descubrió por casualidad lo que se convertiría en uno de los hallazgos arqueológicos más importantes del Poniente de Granada. Los Tajos de Lillo albergan un excepcional conjunto de arte rupestre esquemático que convierte a Loja en referente clave para entender la prehistoria andaluza.
Situados en la vertiente norte de la sierra de Loja, estos abrigos naturales excavados en rocas conservan pinturas realizadas hace más de 5.000 años por las primeras comunidades agropecuarias de la región. El investigador Julián Martínez García acuñó el término ‘abrigo fosilizado‘ para describir la excepcional conservación de estos paneles pictóricos, que permanecieron inalterados durante milenios.
Los motivos documentados -figuras meandriformes, signos serpenteantes, puntos, barras y antropomorfos de doble ‘Y’- se ejecutaron en pigmentos ocres sobre las paredes rocosas. Estas representaciones conectan con otros conjuntos rupestres del sur peninsular, evidenciando las redes de intercambio cultural neolíticas que convirtieron a Loja en una ‘llave de paso‘ estratégica entre territorios.
Las visitas requieren autorización previa. Contactar con el Área de Turismo de Loja. Se puede combinar con visitas al yacimiento del Manzanil para completar un itinerario temático sobre la prehistoria lojeña.