La Torre de la Luna se alza solitaria sobre el Cerro Testigo, cerca del Cortijo de Valdeiglesias en el Llano de Zafarraya, como centinela silenciosa de uno de los pasos más estratégicos del Reino Nazarí. Esta atalaya circular del siglo XIV, construida con mampostería y originalmente enlucida con mortero de cal, controlaba el acceso meridional a la ciudad de Alhama de Granada desde sus 1.036 metros de altitud.
Su ubicación no era casual. Con un diámetro de 5,70 metros y una altura conservada de 5,5 metros —que originalmente superaría los 9 metros— la torre dominaba el estratégico Boquete de Zafarraya, punto neurálgico en la tradicional ruta que conectaba la Axarquía malagueña con Alhama y Granada. Este corredor natural constituía una de las arterias comerciales más importantes del territorio nazarí y, por tanto, uno de los más vulnerables ante las incursiones cristianas.
La Torre de la Luna completaba un triángulo defensivo junto con las torres de Torresolana y Buenavista, formando parte de una red más amplia que incluía el Castillo de Zafarraya, la Torre del Moro y la Torre del Almendral. Esta red permitía transmitir señales de alarma mediante humo durante el día y hogueras durante la noche.
Su diseño seguía el patrón típico nazarí: dos tercios inferiores macizos y el tercio superior hueco, albergando un habitáculo para los atalayeros al que se accedía por una puerta-ventana situada a 5 metros de altura mediante escaleras removibles. La torre está protegida como Bien de Interés Cultural desde 1985.
