
La Alcazaba de Alhama de Granada fue el enclave defensivo cuya conquista marcó el inicio del fin del Reino Nazarí y, por tanto, el destino de la península. Construida por los árabes como una sólida fortaleza en la parte más elevada del actual casco antiguo, esta fortificación se encontraba separada de la medina por una ronda y albergaba las dependencias militares con viviendas, caballerizas, almacenes y una gran torre que servía como residencia del alcaide, posteriormente conocida como ‘El Castillo’.
En 1482, su conquista por sorpresa a manos de Rodrigo Ponce de León abrió las puertas al fin del Reino de Granada. De posible origen romano pero bautizada con nombre islámico, la alcazaba se había convertido en el siglo XV en la llave de la resistencia nazarí. Disponía de dos puertas extremas y dominaba el territorio desde bancos inclinados de piedra, formando parte de una cadena defensiva que parecía inexpugnable.
Hoy se conserva un imponente torreón al noroeste de 8,50 metros de longitud, construido con sillares y reforzado con doble zarpa de mampostería, testimonio de la maestría constructiva de sus edificadores. Sus restos están protegidos como Bien de Interés Cultural desde 1985 y su trazado original puede intuirse recorriendo las calles del casco histórico alhameño.
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