
EL MOLINO DONDE DURMIÓ UN REY
Fornes puede presumir de haber alojado entre sus muros al Rey Alfonso XII, que pernoctó en las habitaciones de un viejo molino harinero de esta localidad durante su visita a la comarca en enero de 1885, tras el devastador terremoto que asoló la región. Una placa de pizarra en el molino de La Fábrica recuerda aquel gesto de hospitalidad que forma parte de la memoria colectiva de un pueblo que se convirtió en municipio independiente de Arenas del Rey en 2018.
El territorio forneño custodia tesoros arqueológicos de primer orden. La Mesa de Fornes es un asentamiento fortificado de la época argárica, datado en torno al 1500 a.C., cuya muralla de piedra apilada protegía el lado sudeste. Este enclave, convertido en mirador natural, ofrece vistas espectaculares de Sierra Nevada, el embalse de los Bermejales y los pueblos vecinos, mientras que su altiplanicie se perfuma cada primavera con la floración de almendros centenarios que dibujan un manto blanco y rosa sobre el paisaje.
La Resinera constituye el alma industrial y natural de Fornes. La Unión Resinera Española, establecida en 1901, transformó durante ochenta años la economía comarcal, dando sustento a miles de familias mediante la extracción y procesamiento de resinas de pino. La fábrica mantuvo en funcionamiento alambiques a vapor y sistemas de telecomunicaciones entre los distintos puestos forestales hasta su cierre en la década de 1980. Aunque los grandes incendios de 1975 y 1983 marcaron su declive, la finca mantiene su función como centro de prevención de incendios y punto de información ambiental, conservando las instalaciones originales como testimonio de arqueología industrial.
La Iglesia Parroquial de San José, de estilo mudéjar del siglo XVI con posteriores reformas barrocas, preside el núcleo urbano donde sus habitantes mantienen vivas tradiciones centenarias. La carrera de cintas durante las fiestas patronales (19 de marzo) preserva el ritual donde los mozos a caballo compiten por conquistar la cinta bordada por la muchacha de sus desvelos. La romería de Santiago (25 de julio) congrega a los vecinos en el río con carrozas engalanadas, mientras que La Candelaria del 1 de febrero mantienen viva la tradición del mancheo, con espectaculares círculos de fuego girando antorchas artesanales sobre las brasas.
La gastronomía se nutre de la huerta regada por acequias centenarias y las tradiciones serranas. Porque en Fornes, cada plato y cada rincón evidencia que los pueblos más auténticos son aquellos que escriben su futuro sin olvidar su pasado.